

La piel es el mayor órgano de nuestro cuerpo, una formidable barrera física gracias a las funciones de protección y comunicación con el medio exterior.
Pero la piel humana es mucho más que eso.
Nuestra piel, es un completo ecosistema, y está cubierta por una diversidad de millones de microorganismos (bacterias, hongos, virus) que se describe como microbiota cutáneo.
Su importancia es tal, que va de camino a ser denominado un órgano propio.
Dado que esta barrera invisible es esencial para la defensa inmunitaria de la piel.
Todos tenemos un microbiota cutáneo con características únicas e individuales, como una huella dactilar.
Su equilibrio está determinado por su diversidad de microorganismos y por la cantidad de sebo, el nivel de hidratación y el pH cutáneo adecuados.
Que cambian según el medioambiente, la exposición solar, el estrés, la alimentación, la higiene o incluso resfriados y gripes a que uno está expuesto.
Y estos son factores que desequilibran este escudo natural, provocando alteraciones cutáneas como el acné, la dermatitis atópica, infecciones, alergias y el envejecimiento prematuro.
Estos desajustes se pueden prevenir y combatir con activos que reequilibran el microbiota de la piel, como los prebióticos.
Los prebióticos actúan como súper alimentos para las bacterias beneficiosas, favoreciendo el equilibrio y el refuerzo de la función barrera de nuestra piel.
Contribuyendo de este modo a que la piel esté sana, para que te sientas bien e irradies belleza.